Trono

Realizado en los talleres del artista malagueño D. Adrián Risueño Gallardo en 1952, siendo un verdadero “joyero”, que es apelativo cariñoso por el que es conocido. Es de talla dorada, adornado con multitud de pequeños espejos y cuatro ángeles en las esquinas, que parecen decirnos que guardemos silencio. Es de estilo carrete, genuino veleño, con arbotantes de talla y cuya luz al reflejarse en los espejitos hace del trono una verdadera ascua de fuego, con el flamear de los muchos plumeros de fibra de cristal que desde hace siglos adornaba el antiguo trono, siendo el actual un copia ampliada del anterior que era, según los que lo conocieron, una verdadera obra de arte

Trono antiguo (1929)

Trono nuevo (1953)

En 1956, por deterioro del dorado se vuelve a dorar, pero esta vez en oro fino y enriqueciéndolo con nuevas tallas, por el granadino D. Antonio Díaz Fernández.

En el año 2001, es restaurado completamente en los talleres sevillanos de Antonio y Manolo Doradores S.L..

Trono en la actualidad

D. Adrián Risueño Gallardo

Nacido en Málaga en 1896, se formó en la Escuela de Bellas Artes de esta ciudad, completando su aprendizaje en Madrid en la Academia de San Fernando y en el taller del escultor sevillano Lorenzo Coullaut-Valera. En esta época regaló a la corporación municial malacitana la escultura del Jabegote, en agradecimiento al apoyo recibido en su formación.

Montó de por vida el taller en su casa del Valle de los Galanes, en «El Cortijo». Tras la Guerra Civil, fue nombrado Académico de San Telmo, además de recompensado con un aluvión de encargos oficiales, destinados al embellecimiento de la ciudad, como el Monumento al Doctor José Gálvez Ginachero (1943), enclavado en los jardines de la Catedral. Entre su catálogo de imaginería religiosa, deben resaltarse un San Francisco de Asía para Alora; las esculturas de la Fe y la Esperanza (1952) del Convento de la Asunción de Barcenillas; la Virgen de la Victoria (1952) para el Colegio de los Hermanos Maristas; el Jesús Nazareno de Viñeros (1948), el Cristo de la Paz de Santo Domingo y el Crucificado de la Parroquia de Huelin. En el campo cofrade realizó el trono procesional del Cristo Mutilado (1940), los tronos antiguos del Cristo y la Virgen del Rocío (cofradía a la que estaba muy unido), el trono de Viñeros y el trono de la Real Cofradía del Santo Sepulcro de Vélez-Málaga. En el terreno de la restauración, una de sus acciones más duraderas, fue la realizada a la patrona de la ciudad, Santa María de la Victoria, para la que realizó un Niño Jesús (1943) con motivo de la ceremonia de la coronación canónica de esta imagen. Durante los años sesenta, Risueño desplegó una prolífica actividad que coincidiría con la política de convertir Málaga en un núcleo urbano dedicado al ocio. el fenómeno turístico exigía una intervención decisiva en el mobiliario urbano de las calles y plazas de la ciudad, para las que el escultor ejecutaría pieas tan significativas como la Fuente de las Tres Gitanillas (1960) (su obra más conocida) de la Plaza de la Constitución, y que ahora se encuentra en la Plaza del Poeta Manuel Alcántara; la estatua de Mariquilla, esculpida para los jardines de la calle Alcazabilla, y actualmente, en el popular Pasaje de Chinitas. El Mausoleo del pintor Antonio Muñoz Degrain en el Cementerio de San Miguel, que ejecutó según el proyecto del arquitecto Muguruza, y los monumentos públicos a Carlos Rein, al poeta Arturo Reyes (1964, ubicado en el Parque), y al erudito y comerciante Juan Temboury Alvarez (ubicado en la Alcazaba), datado en el mismo año del fallecimiento del escultor (1966), cierran una carrera con la que termina un período de la escultura en Málaga.

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